¿Qué es la clorosis férrica?
La clorosis férrica es una fisiopatía por carencia de hierro que afecta a muchas plantas más o menos sensibles a la falta de este oligoelemento. La falta de hierro, incluso a niveles mínimos, provoca una ralentización del proceso fotosintético y respiratorio de la planta, con consecuencias negativas en la producción agrícola, tanto en términos de cantidad como de calidad.
Papel biológico: El hierro es el constituyente de la molécula proteica del citocromo, interviene en la biosíntesis de la clorofila y del cloroplasto, regula los mecanismos de crecimiento vegetativo y participa en numerosos procesos fotosintéticos y respiratorios de oxidación-reducción.
Síntomas: La carencia se manifiesta como una típica clorosis internerval (amarilleamiento) que comienza por las hojas más jóvenes de la planta. Si la carencia de hierro continúa, las hojas más jóvenes tienden a necrosarse, mientras que las más viejas también empiezan a amarillear con las siguientes consecuencias: retraso del crecimiento vegetativo, caída de las hojas y, a menudo, incluso la muerte de la propia planta.
Causas: en la mayoría de los casos no se deben a la escasa presencia de hierro en el suelo, sino que están esencialmente ligadas a la naturaleza calcárea del suelo: favorece la presencia de elevadas concentraciones de iones de bicarbonato que provocan un aumento del pH del suelo, haciendo que el hierro sea insoluble e inutilizable por las plantas. Pero el pH elevado del suelo no es el único factor responsable de la clorosis férrica: el exceso de fertilización nítrica, los suelos ricos en fósforo, aluminio y metales pesados, la baja temperatura del suelo y el laboreo frecuente del suelo que favorece la oxidación del ion ferroso Fe2+ (forma absorbible por las plantas) en ion férrico Fe3+ (insoluble) también pueden agravar el cuadro sintomático de la carencia de hierro.
Tratamiento de la clorosis férrica
La terapia consiste principalmente en el uso y la administración de quelatos de hierro. Los quelatos son compuestos organometálicos con una estructura molecular en anillo que son capaces de capturar e incorporar el ion ferroso (Fe2+) en su interior, poniéndolo a disposición de las plantas, incluso en condiciones de pH alcalino. Estos compuestos son solubles en agua y directamente absorbibles tanto por las raíces como por las hojas.
Existen quelatos sintéticos y orgánicos, como los lignosulfonatos o los fertilizantes de hierro quelados con aminoácidos y péptidos.
Al igual que las plantas, algunos microorganismos naturales secretan sideróforos (Neilands 1995), pigmentos hidrosolubles de bajo peso molecular capaces de unirse específicamente al hierro trivalente (Fe3+) (Faraldo-Gòmez y Sanson, 2003), facilitando el transporte intracelular y la asimilación del hierro en las plantas (Weller, 1988; Meldrum, 1999). Los experimentos con microorganismos productores de sideróforos, especialmente los pertenecientes al género Pseudomonas, Bacillus y con micorrizas, demostraron una reducción de la clorosis férrica en comparación con las plantas no tratadas con microorganismos beneficiosos (Bavaresco et al., 2002).
En conclusión, puede decirse que la aplicación de microorganismos mejora la absorción de hierro por la planta: el uso de microorganismos, combinado con una buena fertilización orgánica y abonos foliares a base de hierro quelado con péptidos y/o aminoácidos, es un remedio natural para prevenir la clorosis férrica.
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